martes, 29 de diciembre de 2009

Separadas al nacer

Hasta hace unos meses había creído en mis recuerdos más nítidos y dudaba de otros, por nebulosos o generales. Ahora, dudo de todo. He cotejado algunos datos con objetos sobrevivientes de aquellos días y he descubiertos que lo que yo consideraba "recuerdo inobjetable" también es dudos, al menos en potencia. (...) A pesar de semejante revelación anacrónica, he sentido la imperiosa necesidad de reconstruir mi vida. Y no importa si he sido fiel a lo que pasó o a lo que sospecho que pasó, porque es exactamente lo mismo. Al menos para mí. (...) Y no tegan piedad conmigo, yo no la tuve con nadie" María Bernabé Castelar "Advertencia sobre mi vida" en Muerta de hambre. Bs. As.: El cuenco de plata. 2005





"A propósito, mejor aprovecho este lugarcito para revelar que a veces soy bastante autosuficiente, egocéntrica, soberbia a la hora de escribir. Y que por cierto creo que sé más acerca de la anorexia y del suicidio que los psicólogos y los médicos que intentaron ayudarme. No es necedad. Es simplemente que creo que la experiencia no es transmisible: por ejemplo, aunque yo haya leído muchas veces que tal dolor es punzante, nunca en mi puta vida sentí una punzada. Entonces, que no me vengan a hablar a mí de los síntomas ni de lo que tengo que sentir o hacer, porque ya tuve suficiente." Cielo Latini, su "Prólogo" Abzurdah. Argentina: Planeta. 2006




Dice Josefina Ludmer en "Literaturas postautónomas" que "Estas escrituras no admiten lecturas literarias; esto quiere decir que no se sabe o no importa si son o no son literatura. Y tampoco se sabe o no importa si son realidad o ficción. Se instalan localmente y en una realidad cotidiana para ‘fabricar presente’ y ése es precisamente su sentido."; que... "Muchas escrituras del presente atraviesan la frontera de la literatura [los parámetros que definen qué es literatura] y quedan afuera y adentro, como en posición diaspórica: afuera pero atrapadas en su interior. Como si estuvieran ‘en éxodo’. Siguen apareciendo como literatura y tienen el formato libro (se venden en librerías y por internet y en ferias internacionales del libro) y conservan el nombre del autor (se los ve en televisión y en periódicos y revistas de actualidad y reciben premios en fiestas literarias), se incluyen en algún género literario como ‘novela’, y se reconocen y definen a sí mismas como ‘literatura’. Aparecen como literatura pero no se las puede leer con criterios o categorías literarias como autor, obra, estilo, escritura, texto, y sentido. No se las puede leer como literatura porque aplican a ‘la literatura’ una drástica operación de vaciamiento: el sentido ( o el autor, o la escritura) queda sin densidad, sin paradoja, sin indecidibilidad, “sin metáfora”, y es ocupado totalmente por la ambivalencia: son y no son literatura al mismo tiempo, son ficción y realidad."; que es lo mismo que decir que "Representarían a la literatura en el fin del ciclo de la autonomía literaria, en la época de las empresas transnacionales del libro o de las oficinas del libro en las grandes cadenas de diarios, radios, TV y otros medios. Ese fin de ciclo implica nuevas condiciones de producción y circulación del libro que modifican los modos de leer." Incluso, "Podríamos llamarlas escrituras o literaturas postautónomas.", que "Estas escrituras ‘sin metáfora’ [como las que analiza Tamara Kamenszain] serían ‘las ficciones’ [o la realidad] en la era de los medios y de la industria de la lengua ( en la imaginación pública). Serían la realidad cotidiana del presente de algunos sujetos en una isla urbana (un territorio local). Formarían parte de la fábrica de presente que es la imaginación pública."

Pero sigo sospechando que no es lo mismo decir "Golpea que te van a abrir la puerta", que "abre la puerta que te van a golpear" como no es lo mismo "Entre, señora Meneses" que "señora, meneese pa que entre" como no es lo mismo subirse al metro en la estación pajaritos que subirse a un pajarito de un metro ni es lo mismo decir "Corazón Aquino" que "corazón aquí no" como no lo es un gato montés que que te monte un gato o el río Missisipi que "me hice pipí en el río" ni decir "la artesanía Aymara" que "el - sano- arte de María" o "un hombre en estado de coma", que "que te comas un hombre en mal estado" ni "un metro de encaje negro" que... "un negro te encaje un metro" como tampoco son lo mismo las ruinas de MACHUPICHU a que venga un MACHU.... te meta el PICHU y te deje en RUINA... o los huevos a la besamel que "besame en los huevos" ni tampoco es lo mismo "los montes de Tapachula" que "tapate los montes xulaaa" o subir el pináculo de una montaña que subir una montaña con un pino en el culo... como tampoco es lo mismo Paquita ven arriba y pon al fresco este besugo que Paquita ven arriba y ponte fresca que ya subo y definitivamente no es lo mismo la muy cómoda de tu hermana , que acomodame a tu hermana, ni aunque se parezcan, no es lo mismo el huevo de la araña, que arañame los huevos.

Es simplemente que creo que la experiencia no es transmisible: por ejemplo.

viernes, 11 de diciembre de 2009

Ciudad de cristal - Paul Auster

Sacudo el polvo de este blog porque he leído un libro que merece ser difundido (claro que no me necesita, pero tal vez alguien...)

Un librero cordobés vislumbra a una señorita claramente no-cordobesa en su tienda de libros y la observa.
Ella pasa por la sección filosofía y toma un libro de Castañeda -¿Por qué estaba en la sección filosofía?- se pregunta para sí. También mira con ganas Anna Karenina, pero decide dejarlo para otra ocasión.
Camina hacia la sección de novedades y toma el libro de inéditos de Cortázar.
Luego recorre la literatura huyendo de la gran inmensidad de los libros de autoayuda y encuentra un libro que se llama Sueñario -ya contaré en otra ocasión, no lo leí aún-.
El atento librero hace un gesto para captar la atención de la señorita de una forma suficientemente sutil como para que la señorita se interese en él -no logra distinguir si se dirige a ella o no-.
El librero mira hacia el oeste de su librería, toma dos libros y le imposta los ojos a la muchacha en un movimiento brusco.
- Por tu elección, leé este, y cuando lo termines, irremediablemente vas a querer este.
La muchacha mira , devuelve una sonrisa, paga sus libros y se compromete a volver a Córdoba para contarle al librero cómo le fue.

Este es un homenaje a los infinitos mágicos seres que recomiendan libros a personas específicas con la intención del goce desinteresado.

Y Paul Auster, un genio, por lo poco que sé hasta ahora, me ha revelado una nueva forma de escribir y me ha regalado goces incansables literariamente hablando. El segundo libro que me dio es del mismo autor, y se llama El cuaderno rojo.

lunes, 20 de julio de 2009

Feliz día del amigo, Sancho




A la luz de la luna, resplande el regalo de Crist y supondremos que Nine es su amigo, el mismo día de esta otra noticia:



UN DIBUJO DEL ARGENTINO CARLOS NINE DENTRO DE UN LIBRO COLECTIVO

Una ilustración del Quijote es tachada de pornográfica en España

Hay polémica porque repartieron esta versión en las escuelas manchegas.

lunes, 13 de julio de 2009

Mañana en la batalla piensa en mí, de Javier Marías

Pero es mentira, esta nota no es sobre el libro, sino sobre un amigo.

Hace unos meses conocí como del rayo a Lucio Cerdá. Una amistad que nació de leernos, en un blog de otro amigo, Daniel Krichman, entrelazándonos. Para conocernos mejor nos hicimos el regalo de recomendarnos lecturas que el otro pudiera no tener en el horizonte.

Así empecé a leer Mañana en la batalla piensa en mí, de Javier Marías. Lo leía imaginando los subrayados de Lucio, los lugares en los que él se hubiera hallado dicho... (antes, ahora, ya no hay más de estos puro adverbios):

Pero no fue así. Al entrar yo de nuevo alzó la vista y con los ojos guiñados y turbios me miró desde su posición encojida e inmóvil, el único cambio era que ahora sí se cubría la desnudez con los brazos como si tuviera vergüenza o frío: ¿quieres meterte en al cama? así vas a coger frío", le dije. "No, no me muevas, por favor, no me muevas ni un milímetro.", dijo y añadió enseguida "Dónde estabas". "He ido al cuarto de baño. Esto no se te pasa, hay que hacer algo, voy a llamar a urgencias". Pero ella seguía sin querer ser movida ni importunada ni distraída. ("No, no hagas nada todavía, no hagas nada, espera"), ni quería seguramente voces ni movimiento a su lado como si tuviera tanto recelo que prefirierala paralización absoluta de todas las cosas y permanecer al menos en la situación y postura que le permitían seguir viviendo antes que arriesgarse a una variación, aunque fuera mínima, que podría arruinar su moentánea etabilidad tan precaria -su quietud ya espantosa- y que le daba pánico. Eso es lo que el pánico hace y y lo que suele llevar a la perdición a quieens lo padecen: les hace creer que, dentro del mal y el peligro, en él están sin embargo a salvo. El soldado que se queda en su trinchera y muy quieto aunque sepa que en breve será asaltada; el transeúnte que no uqiere correr cuando nota que unos pasos le siguen a altas horas de la noche por una calle oscura y abandonada; la puta que no piede auxilio tras meterse en un coche cuyos seguros se cierran automáticamente y darse cuenta de que nunca debió entrar allí con aquel individuo de manos tan grandes (quizás no pide auxilio porque no se considera del todo con derecho a ello); el extranjero que ve abatirse sobre su cabeza el árbol que partió el rayo y no se aparta, sino que lo mira cer lentamente en la gran avenida; el hombre que ve avanzar a otro en dirección a su mesa con una navaja y no se mueve ni se defiende, porque cree que en el fondo eso no puede estarle sucediendo de veras y que esa navaja no se clavará en su vientre, la navaja no puede tener su piel y sus vísceras como destno; o el piloto que vio cómo el caza enemigo lograba ponerse a su espalda y ya no hizo la tentativa última de escapar a su punto de mira con una acrobacia, en la certidumbre de que aunque lo tuviera todo a favor el otro erraría el blanco porque esta vez él era el blanco. "Mañana en la batalla piensa en mí, y caiga tu espada sin filo." Marta debía de estar pendiente de cada segundo, contándolos mentalmente todos, pendiente de la vida, la que nos hace pensar y decirnos: "Sigo pensando, o sigo diciendo, sigo leyendo o sigo viendo una película y por lo tanto estoy vivo; paso la página del periódico o vuelvo a beber un trago de mi cerveza o completo otra palabra de mi crucigrama, sigo mirando y discerniendo cosas -un japonés, una azafata- y eso quiere decir que el avion en que viajo no se ha caído, fumo un cigarillo y es el mismo de hace unos segundos y yo creo que lograré terminarlo y encender el siguiente, así que todo continúa y ni siquiera puedo hacer nada en contra de ello, ya que no estoy en disposición de matarme ni quiero hacerlo ni voy a hacerlo; (...) y yo, pobre Marta, noto todavía la luz de la televisión que sigue emitiendo y el calor de este hombre que sigue a mi lado y me da compañía. Mientras siga a mi lado no podré morirme: que siga aquí y que no haga nada, que no me hale ni llame a nadie y que nada cambie, que me dé un poco de calor y me abrace, necesito estar quieta para no morirme, si cada segundo es idéntico al anterior no tendría sentido que fuera yo quien cambiase, que las luces siguieran encendidas aquí y en la calle, y la televisión emitiendo mjientras yo me moría, una película antigua de Fred MacMurrray. No puedo dejar de existir mientras todas las otras cosas y las personas se quedan aquí y se quedan vivas y en la pantalla otra historia prosigue su curso. No tiene sentido que mis faldas permanezcan vivas en esa silla si yo ya no voy a ponérmelas, o mis libros respirando en las estanterías si yo ya no voy a mirarlos, mis pendientes y collares y anillos esperando en su caja el turno que nunca les llegaría; mi cepillo de dientes recién comprado esta misma tarde tendría que ir ya a la basura, porque lo he estrenado, y todos los pequeños objetos que uno va acumulando a lo largo de toda una vida irán a la basura uno a uno o quizá se repartan, y son infinitos, es inconcebible lo que cada uno tiene para sí y lo que cabe dentrode una casa, por eso nadie hace inventario de lo que posee a menos que vaya a testar, es decir, a menos que esté ya pensando en su abandono e inutilidad inminentes. Yo no he testado, no tengo mucho que dejar ni he pensado nunca mucho en la muerte, que al parecer sí llega y llega en un solo momento que lo tergiversa todo y que a todo afecto que era útil y formaba parte de la historia de alguien pasa en ese mometno único a ser inútil y a carecer de toda historia, (...) cuanto tenía significado y rastro lo pierde en un solo instante y mis pertenencias todas se quedan yertas, incapacitadas de golpe para revelar su pasado y su origen; y alguien las apilará ... y ahrbá cosas que no querrá nadie porque solo a mí me sirven... y habrá tal vez que pagar por que se las lleven... No es solo que en un momento desaparezca la minúscula historia de los objetos, sino también cuanto yo conozco y he aprendido y también mis recuerdos y lo que he visto ..., mis recuerdos que al igual que tatnas pertenencias me sirven tan solo a mí y se hacen inútiles si yo me muero, no solo desaparece quien soy sino quien he sido, no solo yo, probre Marta, sino mi meomria entera, un tejido discontinuo y siempre inacabado y cambiante y estampado de sietes, y a la vez fabricado con tanta paciencia y tan extremo cuidado, oscilante y variable como mis faldas tornasoladas y frágil como mis blusas de seda que en seguida se rasgan, hace tiempo que no me pongo esas faldas, me he cansado de ellas, y es raro que todo esto sea un momento, por qué ese momento y no otro, por qué no el anterior ni el siguiente, por uqé este día, este mes, esta semana, un martes de enero o un domingo de septiembre, antipáticos meses y días que no no elige, qué es lo que decide que se pare lo que estuvo en marcha sin qu ela voluntad intervenga, o acaso sí, sí interviene al hacerse a un lado, acaso es la voluntad lo que de pronto se cansa y al retirarse nos trae la muerte, no querer ya querer ni querr nada, ni siquiera curarse, ni siquiera salir de la enfermedad y el dolor en los que se encuentra cobijo a falta de todo lo demás que ellos mismos van expulsado o quizás usurpando, porque meintras están ahí es aún no, aún no, y se puede seguir pensando y uno se puede seguir despidiendo. Adiós risas y adiós agravios. No os veré más, ni me veréis vosotros. Y adiós ardor, adiós recuerdos."

Entonces, pensaba que es un texto lleno de frases célebres, de citas para copiar y subrayar y compartir en ocasiones pertinentes; que es un libro que habla de lo que merecería ser tragedia y patetismo pero es cotidiano. Y al final, concluí que es una obra interesante de recorrer y de gustar pero no es una gran novela: que me molestó hasta la ira que todos los personajes hablan igual (nunca había leído algo tan así): su autor (el narrador fue) está todo el tiempo exhibiéndose tan brillante, tan lúcido, tan locuaz, tan quieriéndonos decir tanto siempre... Lo que no significa que no me interesen las ideas sobre la muerte, la irrealidad, la palabra, el problema de que algo tenga sentido... todo eso está, pero lo más irreal es que se trate de una novela. Así que recomiendo: léase como un ensayo. (El capítulo de El Solo, para sacarse el sombrero.)

Pero ahora pienso en otra cosa, en el poder de las circunstancias, precisamente en eso pienso. Porque yo a Lucio le sugerí El diario de Frida Kahlo, en una edición faximilar preciosa que publicó hace unos cuantos años Norma, con prólogo de Carlos Fuentes, pero no llegó a leerlo, estaba difícil de conseguir, primero, y, después..., Lucio murió el 22 de junio.

Y ahora releo el libro de Marías que él me recomendó subrayando todo lo que me dice a mi vez:

De casi nada hay registro, los pensamientos y movimientos fugaces, los planes y los deseos, la duda secreta, las ensoñaciones, la crueldad y el insulto, las palabras dichas y oídas y luego negadas o malentendidas o tergiversadas, las promesas hechas y no tenidas en cuenta, ni siquiera por aquellos a quienes se hicieron, todo se olvida o prescribe, cuanto se hace a solas y no se anota y también casi todo lo que no es solitario sino en compañía, cuán poco va quedando de cada individuo, de qué poco hay constancia, y de ese poco que queda tanto se calla, y de lo que no se calla se recuerda después tan solo una mínima parte, y durante tan poco tiempo, la memoria individual no se transmite ni interesa al que la recibe, que forja y tiene la suya propia. Todo el tiempo es inútil, no solo el del niño, o todo es como es cuyo, cuanto acontece todo entusiasma o duele en el tiempo se acusa solo un instante, luego se pierde y es todo resbaladizo como la nieve compacta y como lo es para el niño su sueño ahora, de este mismo instante. Todo es para todos como para él yo ahora, una figura casi desconocida que lo observa desde el umbral de su puerta sin que él se entere ni vaya a saberlo nunca ni vaya por tanto a acordarse, los dos viajando hacia nuestra difuminación lentamente. Es tanto más lo que sucede a nuestras espaldas, nuestra capacidad de conocimiento es minúscula, lo que está más allá del muro ya no lo vemos, o lo que está a distancia, basta con que alguien cuchichee o se aleje unos pasos para que ya no oigamos lo que está diciendo, y puede uqe nos vaya la vida en ello, basta con que no leamos un libro para que no sepamos la principal advertencia, no podemos estar más que en un sitio a cada momento, e incluso entonces a menudo ignoramos quiénes nos estarán contemplando o pensando en nosotros, quién está a punto de marcar nuestro número, quién de escribirnos, quién de querernos o buscarnos, quién de condernarnos o sesinarnos y así acabar con nuestros escasos y malvados días, quién de arrojarnos al revés del tiempo o a su negra esplada, como pienso y contemplo yo a este niño sabiendo más de él de lo que él sabrá nunca sobre el que fue esta noche. Yo debo ser eso, el revés de su tiempo, la negra espalda...".






Lucio era Caronte acá en este blog. Me había prometido escribir cuando terminara de atardecérsele una dolora.
Gozaba, vibraba, escribía, enseñaba, amaba, tocaba el saxo y el jazz era su fondo.



Que tu amor se haga pétalos de gaza y al fin te envuelva otro lado de la endemoniada luz, con este son..., amigo. Despedite de esta magia.

lunes, 22 de junio de 2009

"La virgen cabeza", de Gabriela Cabezón Cámara

Copio la contratapa, que lo vende mucho mejor de lo que podría hacerlo yo -y no es estafa:

Pura materia enloquecida de azar, eso, pensaba Qüity, es la vida. En El Poso, uno de esos pequeños Auschwitz en que se habían convertido las villas en Buenos Aires, la hermana Cleopatra, una travesti que dice comunicarse con la Virgen, predica rodeada por una corte de chongos, putas, nenes y otras travestis. Qüity la vio por primera vez en los videos de las cámaras que vigilaban la villa. La vio bella, la escuchó elocuente: había que organizar la villa, sacar a los pibes del paco, a las pibas de la calle, y la Virgen les diría cómo. Entonces Qüity creyó haber encontrado la historia del año.

Con una lírica sobrecogedora y un estilo completamente personal para abordar el lenguaje coloquial, Gabriela Cabezón Cámara pasa con inteligencia de la tragedia a la comedia; de la nostalgia, el dolor y el odio, al vértigo y el frenesí de la cumbia, las plegarias, el alcohol y el sexo. Un relato en el que la marginalidad aparece como el mayor de los abismos. Pero también una historia de amor, delirio, mística y desenfreno, de un humor absolutamente candoroso. Sin dudas, una revelación para la narrativa argentina y latinoamericana actual.

miércoles, 17 de junio de 2009

Así Habló Zarathustra - Nietzsche

Ni para queridos, ni para una sola noche.
Tampoco para quienes rehúyen de la soledad ni para quienes pueden ser ofendidos por el egocetrismo.


De Nietzsche, su biografía circula en todos lados, lo que yo puedod ecir es que er un ser que se dijo a sí mismo que sería entendido "dentrod e 100 años", un hombre solitario, más bien triste, enfermo, con pocos amigos y sin un amor.
Un genio, además.

Así nació Zarathustra para Nietzsche:

Portofino.
Aquí estaba yo sentado, aguardando, aguardando -a
Más allá del bien y del mal, disfrutando [ nada,
Ya de la luz, ya de la sombra siendo totalmente solo
[juego,
Totalmente mar, totalmente mediodía, totalmente tiempo
[sin meta.
Entonces de repente, !Amiga!,, el que era uno se convirtió
Y Zarathustra pasó a mi lado [en dos -

"Zarathustra es una figura semilegendaria de la antigua Persia (antes de los árabes) algo así como en el siglo VI a.C. -el Zarathustra de Nietzche parte a la montaña a los 30 años coincindente de forma precisa e intencional con la edad en la que Jesús comenzó a predicar- " Pascual, extractos, traductor a Español de todas las obras de Nietzche. Aclaración válida para itneresador, conseguir a este traductor de ser posible.
De boca del autor: No se me ha preguntado, pero se debería haberme preguntado de qué significa cabalmente en mi boca, en boca del primer inmoralista, el nombre Zarathustra: pues lo que constituye la inmensa singularidad de este persa en la historia es justo lo contrario de ésto. Zarathustra fue el primero en advertir que la auténtica rienda que hace moverse a las cosas es la lucha entre el bien y el mal -la transposición de la moral a la metafísica, como fuerza, causa, fin en sí, es obra suya. Más esa pregunta sería ya, en el fondo, la respuesta. Zarathustra creó ese error, el más fatal de todos, la moral.-

Pascual de nuevo: El carácter único de este libro reside en que su pensar y su poetizar están más allá del pensar y poetizar de lo ya existente; son creaciones de un lenguaje para algo aún inexpresado y acaso inexpresable.

Personalmente tomé del mismo Nietzsche una frase para usar de señalador que se las confiero. Luego de releerla varias veces me hizo lentamente más feliz.

"Como si las cosas mismas se acercasen y se ofreciesen para símbolo (aquí todas las cosas acuden acariciadoras a tu discurso y te halagan pues, quieren cabalgar tu espalda) ... El ser entero quiere hacerse aquí palabra, todo devenir quiere aprender de ti a hablar"

Así habló Zarathustra es mucho más que eso, según el autor, la antibiblia, a mi me regaló ideas y sorisas y tormentos y aún no he temrinado el libro, porque es de esos libro que, tal vez, nunca terminan, siempre tienen algo más para decir.

A quien quiera estabilidad, abstenerse.

la imagen se las debo he tenido problemas en el pasado, están invitados a agregarla.

martes, 19 de mayo de 2009

Voyage au centre de la Terre, Jules Verne

Viaje al centro de la Tierra



... éste libro es una aventura.




Viaje al centro de la tierra. Julio Verne.

martes, 12 de mayo de 2009

Poemas humanos, de César Vallejo




Intensidad y altura

Quiero escribir, pero me sale espuma,
quiero decir muchísimo y me atollo;
no hay cifra hablada que no sea suma,
no hay pirámide escrita, sin cogollo.

Quiero escribir, pero me siento puma;
quiero laurearme, pero me encebollo.
No hay toz hablada, que no llegue a bruma,
no hay dios ni hijo de dios, sin desarrollo.

Vámonos, pues, por eso, a comer yerba,
carne de llanto, fruta de gemido,
nuestra alma melancólica en conserva.

Vámonos! Vámonos! Estoy herido;
Vámonos a beber lo ya bebido,
vámonos, cuervo, a fecundar tu cuerva.

lunes, 4 de mayo de 2009

Sputnik, mi amor de Haruki Murakami

Porque de vez en cuando, cuando estoy completamente atareado, corriendo de allá pa' acá, estudiando mucho, trabajando mucho, me gusta leer algo relajado, que simplemente me entretenga, que despeje mi me mente y la conduzca hasta la orilla del relax.




Puede que Sputnik, mi amor sea una novela ligera como un pajarillo, y que flote indecisa sobre lo que quiere decir y cómo lo quiere decir, pero es indudable su capacidad de emoción (la perrita Laika girando alrededor de la tierra en medio de una terrible oscuridad), sus piruetas narrativas (de la narración mainstream, pasando por los documentos en el pc, y ese inicio tan homérico como arrebatador), y su capacidad para la utilización de mitos de la cultura norteamericana con humor y algo de homenaje...


Sputnik, mi amor

miércoles, 8 de abril de 2009

Borges y los orangutanes eternos, de LF Verissimo y El asombroso viaje de Pomponio Flato, de E Mendoza

Estos dos libros son parodias del policial, y de los dos se puede decir, más o menos, lo mismo: que los dos son muy divertidos, que son irreverentes y que están llenos de ese tipo de referencias que alimentan el propio orgullo nerd.

Borges y los orangutanes eternos narra la historia de un traductor de una revista brasilera sobre Poe, al cual le llega un texto de Borges para traducir, cuyo final considera aburrido y cambia a su gusto. Borges le envía una carta con su clásico tonito irónico para quejarse del asunto y el protagonista de nuestra historia pasa varios años acechando la casa de Borges en Argentina para intentar pedirle perdón, pero no lo consigue. Muchos años después, se encuentran en un congreso sobre Poe, en Buenos Aires. Borges jamás reconoce a su apócrifo, hasta que el asesinato de uno de los congresistas los pone como pareja de detectives.

Pomponio, el protagonista de El asombroso viaje de Pomponio Flato, es un romano advenedizo que viaja por todo el imperio romano en busca de una fuente milagrosa para curar el mal que lo aqueja: una fuerte diarrea. Unos árabes lo llevan hasta Nazaret, donde se supone que hay una fuente milagrosa. Allí lo contacta un niño, Jesús, que ha escuchado sobre la llegada de este romano flatulento y le pide que lo ayude a demostrar la inocencia de su padre José, un carpintero a quien se lo acusa de haber cometido un asesinato. Aquí la pareja de detectives está compuesta por Pomponio Flato y, nada menos, Jesús.

De los dos libros puede decirse, también, que no son gran cosa en materia literaria.

viernes, 3 de abril de 2009

Mal de escuela, de Daniel Pennac




El amigo Daniel Krichman recomienda:




El libro me parece una maravilla cómo está escrito y el relato que hace del personaje (él mismo). Además, es una prueba palmaria de que el capitalismo no tiene preferencias de raza, credo ni religión... En todos lados hace pelota todo.



Y si gusta lo que sigue, nos ofrece más en Máquinas con palabras.



Los pobres y el oxímoron

Vamos, vamos, cálmate, ya sabes que los pobres gritan, es una de sus características, una invariable histórica y geográfica, gritan desde siempre y en todo el mundo, y gritan más cuanto más rodeados están de pobres, los pobres, porque ellos también gritan, para hacerse oír, ¿comprendes? Los pobres tienen los tabiques finos. Y sueltan muchos tacos, es cierto, pero sin
mala intención, tranquilízate, y cuanto más hacia el sur baja la pobreza, más sexuales son los tacos y más religiosos, o ambas cosas a la vez, pero naturalmente, por así decirlo, porque no te has cruzado en su camino para explicarles que eso está mal. Mira, ya en mi infancia, los pobres de mi aldea decían «La puta Virgen!», no paraban de decir «¡La puta Virgen!», el «Porca
madonna» de los pobres llegados del gran Sur italiano, y sin embargo nada le reprochaban a la puta del sábado por la noche ni a la Virgen María del domingo por la mañana, era un modo de hablar, cuando se daban un martillazo en los dedos, ¡eso es todo! Un martillazo en el índice y, hala, un pequeño oxímoron:«¡La puta Virgen!»...

¿Sabías que los pobres practican el oxímoron? ¡Pues sí! ¡Es algo en común entre nosotros, ya ves! Nosotros el bolígrafo, ellos el martillo, pero juntos el oximoron. Alentador, ¿no? A ti, que tanto temes que la oleada de su jerga barra todas las sutilezas de nuestra lengua, eso debería tranquilizarte. ¡Ah!, quería decirte también que no tengas miedo de su jerga. La jerga del pobre de hoy es el argot del pobre de ayer, ¡ni más ni menos! Los pobres hablan en argot desde siempre. ¿Sabes por qué? Para hacer creer al rico que tienen algo que ocultarle. No tienen nada que ocultar, claro está, son demasiado pobres, sólo unos pequeños trapicheos por aquí y por allá, naderías, pero quieren hacer creer que ocultan todo un mundo, un universo que nos está prohibido, y tan vasto que sería necesaria toda una lengua para expresarlo. Pero no hay mundo, claro está, y no hay lengua. Sólo un pequeño léxico de connivencia para mantenerse calentito,
para camuflar la desesperación. No es una lengua el argot, apenas es un vocabulario, porque su gramática, la de los pobres, es la nuestra, aunque reducida al mínimo, es cierto: sujeto, verbo, complemento, pero la nuestra, la tuya, tranquilízate, tu gramática francesa, nuestra gramática;
los pobres necesitan nuestra gramática para comprenderse entre sí. Queda el vocabulario, claro está, el de esos jóvenes del enésimo círculo, un vocabulario que tú consideras de una pobreza insigne (y visto desde tu altura seguro que es así), pero tranquilízate también a ese respecto, el
léxico de los pobres es tan pobre que la mayoría de las palabras se las lleva muy pronto el viento de la historia, briznas, briznas, muy poco pensamiento para lastrarlas... Casi ninguna se posa en las páginas del diccionario: «pava», «pasma», «polla», por ejemplo, para esos jóvenes de hoy; es todo lo que he encontrado, he buscado por encima, todo hay que decirlo, menos de un cuarto de hora, pero sólo he encontrado «pava», «pasma», «polla» en el diccionario, eso es todo, ya ves, no es gran cosa, tres palabritas muy comunes que desaparecerán una vez vuelta la página de la
época; los diccionarios solo garantizan una pizca de eternidad...
Una última palabra para tranquilizarte plenamente: ve a correos, abre la puerta de tu ayuntamiento, toma el metro, entra en un museo o en una oficina de la Seguridad Social, y ya verás, ya verás, sentados detrás de la ventanilla te recibirán la madre, el padre, el hermano o la
hermana mayores de esos jóvenes de lenguaje deplorable. O haz como yo, ponte enfermo, despierta en el hospital y reconocerás el acento del joven enfermero que empuje tu camilla
hacia la sala de operaciones:
-¡Tranqui, tío, que estos pavos controlan!

miércoles, 1 de abril de 2009

Siddhartha, Herman Hesse




" ¡Qué sordo y limitado he sido! -pensó luego aligerando el paso-. Cuando alguien lee un texto cuyo sentido quiere descifrar, no desdeña los signos ni las letras, ni los considera una ilusión, un producto al azar o una envoltura sin valor, sino más bien los lee, los estudia y los ama, signo por signo y letra por letra. Pero yo, que deseaba leer el libro del mundo y el libro de mi propio ser, desprecié sus signos y sus letras en función de un sentido que les había atribuido de antemano. Y denominaba ilusión al mundo de las apariencias, considerando mis ojos y mi lengua como fenómenos contingentes y sin valor alguno. Pero esto ya pasó: me he despertado, estoy totalmente despierto y hoy, por fin, he nacido."

Siddartha, Herman Hesse. 1992
.

viernes, 27 de marzo de 2009

Las puertas de la percepción, Aldous Huxley



Del aclamado escritor de "Un mundo feliz"
en cooperación con William Blake
(El título proviene de una cita de él: "Si las puertas de la percepción fueran abiertas el hombre percibiría todas las cosas tal como son, infinitas".)

Aldous Huxley presenta:






"Desde la puerta me dirigí a una especie de pérgola cubierta en parte por un rosal trepador y en parte por listones de una pulgada de ancho, con media pulgada de espacio entre ellos. Brillaba el sol y las sombras de los listones formaban un dibujo de cebra en el piso y en el asiento y el respaldo de la silla de jardín que se hallaba al fondo de la pérgola. Esta silla... ¿La olvidaré alguna vez? Allí donde las sombras caían sobre la lona de la tapicería, las franjas de un añíl a la vez profundo y brillante alternaban con otras de una incandescencia tan intensa que era dificil creer que no estuvieran hechas de fuego azul. Durante un lapso que pareció inmensamente largo, miré sin saber, incluso sin desear saber, lo que tenía delante. En cualquier otro momento hubiera visto una silla con alternadas franjas de luz y de sombra. Hoy, el precepto se había tragado al concepto. Yo estaba tan completamente absorbido por el mirar, tan fulminado por lo que realmente veía, que no podía darme cuenta de ninguna otra cosa. Muebles de jardín, listones, luz solar, sombras... Todas estas cosas no eran mas que nombres y nociones, meras verbalizaciones, para propósitos utilitarios y científicos, después del suceso."

Aldous Huxley, Las puertas de la percepción. Páginas 55-56.

martes, 17 de marzo de 2009

Retratos, de Pablo Bernasconi

Es un libro de... ¿cuadros? Sí, también. Es un libro, dice unas cosas, que hay que leer como se pide en el prólogo: "meticulosamente". Tiene textos, también. Unas pseudocitas que dialogan marginalmente, como un comentario malintencionado deslizado al oído mientras alguien se detiene sobre el retrato.

Pero además, Pablo Bernasconi (Bs. As., 1973) metió la púa y escribió un prólogo polémico que me encanta. De él cito, para continuar y servirme de su provocación:
Con este libro me propuse dos cosas. La primera es demostrar que el contenido puede anteponerse a la forma. Que el significado, el sintagma, es importante independientemente del recurso de estilo. Da igual que trabaje con collages, acuarela o tinta; si la idea es valiosa, el resultado va a abrirse camino. Estoy convencido de que el Qué debe existir antes del Cómo.
Después de tanta filantrópica semiosis, me gusta tanto leer y releer esto...

Recuerdo un cuento de Kafka, "Una cruza", donde se proponía un animal mitad gato, mitad cordero. Su dueño no se tomaba el trabajo de explicar su origen o significado, se limitaba a exhibirlo y disfrutarlo. Y este animal excedía en un momento su condición de mitades, dejaba de sumarse para multiplicarse y se convertía en algo nuevo, original y único.
Lo que sigue es ni más ni menos que mi contribución a este concepto. No son caricaturas, no son ilustraciones, no son fotografías; es mi colección de retratos, mi animal. Y es, hoy por hoy, lo mejor que puedo hacer.


WOW



Acá voy con el relato de Franziskito, y de paso, va la recomendación del librito de donde lo saqué: Bestiario, editado por Anagrama (Barcelona, 1999). El libro de Bernasconi podría incluirse en el género del título del de Kafka, sin duda...

Tengo un animal curioso, mitad gatito, mitad cordero. Es una herencia de mi padre. En mi poder se ha desarrollado del todo; antes era más cordero que gato. Ahora es mitad y mitad. Del gato tiene la cabeza y las uñas, del cordero el tamaño y la forma; de ambos los ojos, que son huraños y chispeantes, la piel suave y ajustada al cuerpo, los movimientos a la par saltarines y furtivos. Echado al sol, en el hueco de la ventana, se hace un ovillo y ronronea; en el campo corre como loco y nadie lo alcanza. Dispara de los gatos y quiere atacar a los corderos. En las noches de luna su paseo favorito es la canaleta del tejado. No sabe maullar y abomina de los ratones. Horas y horas pasa en acecho ante el gallinero, pero jamás ha cometido un asesinato.

Lo alimento a leche; es lo que le sienta mejor. A grandes tragos sorbe la leche entre sus dientes de animal de presa. Naturalmente es un gran espectáculo para los niños. La hora de visita es los domingos por la mañana. Me siento con el animal en las rodillas y me rodean todos los niños de la vecindad.

Se plantean entonces las más extraordinarias preguntas, que no puede contestar ningún ser humano: Por qué hay un animal así, por qué soy yo su poseedor y no otro, si antes ha habido un animal semejante y qué sucederá después de su muerte, si no se siente solo, por qué no tiene hijos, cómo se llama, etcétera. No me tomo el trabajo de contestar: me limito a exhibir mi propiedad, sin mayores explicaciones. A veces las criaturas traen gatos; una vez llegaron a traer dos corderos. Contra sus esperanzas no se produjeron escenas de reconocimiento. Los animales se miraron con mansedumbre desde sus ojos animales, y se aceptaron mutuamente como un hecho divino. En mis rodillas el animal ignora el temor y el impulso de perseguir. Acurrucado contra mí es como se siente mejor. Se apega a la familia que lo ha criado. Esa fidelidad no es extraordinaria: es el recto instinto de un animal, que aunque tiene en la tierra innumerables lazos políticos, no tiene uno solo consanguíneo, y para quien es sagrado el apoyo que ha encontrado en nosotros.

A veces tengo que reírme cuando resuella a mi alrededor, se me enreda entre las pierna y no quiere apartarse de mí. Como si no le bastara ser gato y cordero quiere también ser perro. Una vez -eso le acontece a cualquiera- yo no veía modo de salir de dificultades económicas, yo estaba por acabar con todo. Con esta idea me hamacaba en el sillón de mi cuarto, con el animal en las rodillas; se me ocurrió bajar los ojos y vi lágrimas que goteaban en sus grandes bigotes. ¿Eran suyas o mías? ¿Tiene este gato de alma de cordero el orgullo de un hombre? No he heredado mucho de mi padre, pero vale la pena cuidar este legado.

Tiene la inquietud de los dos, la del gato y la del cordero, aunque son muy distintas. Por eso le queda chico el pellejo. A veces salta al sillón, apoya las patas delanteras contra mi hombro y me acerca el hocico al oído. Es como si me hablara, y de hecho vuelve la cabeza y me mira deferente para observar el efecto de su comunicación. Para complacerlo hago como si lo hubiera entendido y muevo la cabeza. Salta entonces al suelo y brinca alrededor.

Tal vez la cuchilla del carnicero fuera la redención para este animal, pero él es una herencia y debo negársela. Por eso deberá esperar hasta que se le acabe el aliento, aunque a veces me mira con razonables ojos humanos, que me instigan al acto razonable.


Los retratos van como adivinanza, a ver si pueden comentar los personajes que reconocen.

Pablo Bernasconi. Retratos. Barcelona: Edhasa. 2008.

miércoles, 11 de marzo de 2009

Pedagogía del oprimido, de Paulo Freire



Porque es bueno leer de todo un poco, porque la educación es de imperiosa necesidad, porque si la educación no es liberadora no es educación.

Algo de lo que nos enseña éste pedagogo brasilero entre sus obras:


1. Es necesario desarrollar una pedagogía de la pregunta. Siempre estamos escuchando una pedagogía de la respuesta. Los profesores contestan a preguntas que los estudiantes no han hecho

2. Mi visión de la alfabetización va más allá del ba, be, bi, bo, bu. Porque implica una comprensión crítica de la realidad social, política y económica en la que está el alfabetizado

3. Enseñar exige respeto a los saberes de los educandos

4. Enseñar exige la corporización de las palabras por el ejemplo

5. Enseñar exige respeto a la autonomía del ser del educando

6. Enseñar exige seguridad, capacidad profesional y generosidad

7. Enseñar exige saber escuchar

8. Enseñar no es transferir conocimiento

9. Nadie es, si se prohíbe que otros sean

10. La Pedagogía del oprimido, deja de ser del oprimido y pasa a ser la pedagogía de los hombres en proceso de permanente liberación

11. No hay palabra verdadera que no sea unión inquebrantable entre acción y reflexión

12. Decir la palabra verdadera es transformar al mundo (por lo que la materia de pedagogía y lengua especialmente en la carrera de lingüística, es insulza y no debe de pedir como trabajo de clases leer libros de tiós no conocidos)

13. Decir que los hombres son personas y como personas son libres y no hacer nada para lograr concretamente que esta afirmación sea objetiva, es una farsa

14. El hombre es hombre, y el mundo es mundo. En la medida en que ambos se encuentran en una relación permanente, el hombre transformando al mundo sufre los efectos de su propia transformación

15. El estudio no se mide por el número de páginas leídas en una noche, ni por la cantidad de libros leídos en un semestre. Estudiar no es un acto de consumir ideas, sino de crearlas y recrearlas

16. Solo educadores autoritarios niegan la solidaridad entre el acto de educar y el acto de ser educados por los educandos

17. Todos nosotros sabemos algo. Todos nosotros ignoramos algo. Por eso, aprendemos siempre

18. La cultura no es atributo exclusivo de la burguesía. Los llamados "ignorantes" son hombres y mujeres cultos a los que se les ha negado el derecho de expresarse y por ello son sometidos a vivir en una "cultura del silencio"

19. Alfabetizarse no es aprender a repetir palabras, sino a decir su palabra

20. Defendemos el proceso revolucionario como una acción cultural dialogada conjuntamente con el acceso al poder en el esfuerzo serio y profundo de concientización

21. La ciencia y la tecnología, en la sociedad revolucionaria, deben estar al servicio de la liberación permanente de la HUMANIZACIÓN del hombre.

22. La lucha ya no se reduce a retrasar lo que acontecerá o asegurar su llegada; es preciso reinventar el mundo. La educación es indispensable en esa reinvención.

23. Jamás acepté que la práctica educativa debería limitarse sólo a la lectura de la palabra, a la lectura del texto, sino que debería incluir la lectura del contexto, la lectura del mundo.

24. El mundo no es, el mundo está siendo



Paulo Freire, Pedagogía del oprimido. Siglo XXI. 2005. (248 Páginas)

miércoles, 25 de febrero de 2009

Posteo de corte

O sea, que voy a hablar de varios libros porque algo pintó así todo juntito y en su proporción, cual blend literario (y porque hace mucho que no publicamos, así que hay que arremeter). Viene de debate la propuesta, además, por eso agradeceré comentarios como respuesta.


Voy a ir recorriendo salteadito una nota de Guillermo Martínez, "Elogio de la dificultad", que publicó ya hace bastante (abril de 2001: yo y mis novedades) en Clarín.

Cada vez que se habla de lectura, maestros, escritores y editores se apresuran a levantar las banderas del hedonismo, como si debieran defenderse de una acusación de solemnidad, y tratan de convencer a generaciones de adolescentes desconfiados y adultos entregados a la televisión de que leer es puro placer. Interrogados en suplementos y entrevistas hablan como si ningún libro, y mucho menos los clásicos, desde Don Quijote a Moby Dick, desde Macbeth a Facundo, les hubiera opuesto nunca resistencia y como si fuera no sólo sencillo llegar a la mayor intimidad con ellos, sino además, un goce perpetuo al que vuelven todas las noches.

Hace justo algunos días, encontré muy barato por las librerías de Corrientes, editado por De Bolsillo, Moby Dick, en su traducción por el grande de Enrique Pezzoni, que yo tengo en una vieja de Sudamericana-Fondo Nacional de las Artes. (Dudé y por eso no había publicado aún, porque la edición tiene un solo tomo y eso me sonaba raro.) Entonces -como ahora, je- quería contarles que es un libro inmenso, no solo por sus mil páginas, maravilloso, con el cual me llevé una sorpresa digna de sus dimensiones: resulta que cuando asumí que iba a leerlo, pensaba que iba a tener que enfrentarme a la paciencia, la disciplina, el espíritu investigativo de libros difíciles. Pero, muy por el contrario, hallé una historia y una voz como un barco que me llevaba comiendo vértigo y dejando estela. Cuando lo leía pensaba en la posición lectora de mi madre: una lectura que busca educarse a través de la imaginación literaria, encontrar el mundo y los conocimientos más diversos a través de ella. En esto, Moby Dick es generosísimo.

Y con ello me acordé de otro de los gigantes librescos que hubiera leído sin que me mandaran hacerlo (por eso, no insisto con Don Quijote): la saga de El señor de los anillos (comenzando por El hobbit, claro). No dudaba de que debía de tener algo realmente rompecocos porque algunos de mis alumnos y alumnas más monstruosamente bonitos no cejaban en su militancia: "Vero, vos tenés que leer esto", "cómo puede ser que no lo hayas leído", "¿en serio no lo leíste?". Y yo, cual alumna vagoneta: que soy muy lenta leyendo, es muy largo, no lo voy a poder terminar. Un verano me dije: será lo único que lea, pero podré con él. Y... y... fluía, fluía, arrullado por el paisaje sureño de álamos plateados, los canales del valle inferior rionegrino, olía, sonaba, daban gusto los libretes. ¡No quería que se me terminaran!



Sigue diciendo el amigo Guillermo:


Y bien, yo me propongo aquí la defensa más ingrata de los libros difíciles y de la dificultad en la lectura. No por un afán especial de contradicción, sino porque me parece justo reconocer que también muchas veces en mi vida la lectura se pareció al montañismo, a la lucha cuerpo a cuerpo y a las carreras de fondo, todas actividades muy saludables y a su manera placenteras para quienes las practican, pero que requieren, convengamos, algún esfuerzo y transpiración. Aunque quizá sea otro deporte, el tenis, el que da una analogía más precisa con lo que ocurre en la lectura. El tenis tiene la particular ambivalencia de que es un juego extraordinario cuando los dos contrincantes son buenos jugadores, pero se vuelve patéticamente aburrido si uno de ellos es un novato, y no alcanza a devolver ninguna pelota. Las teorías de la lectura creen decir algo cuando sostienen el lugar común tan extendido de que es el lector quien completa la obra literaria. Pero un lector puede simplemente no estar preparado para enfrentar a un determinado autor y deambulará entonces por la cancha recibiendo pelotazo tras pelotazo, sin entender demasiado lo que pasa. La versión que logre asimilar de lo leído será obviamente pálida, incompleta, incluso equivocada. Si esto parece un poco elitista basta pensar que suele ocurrir también exactamente a la inversa, cuando un lector demasiado imaginativo o un académico entusiasta lanza sobre el texto, como tiros rasantes, conexiones, interpretaciones e influencias en las que el pobre escritor nunca hubiera pensado.


En todo caso la literatura, como cualquier deporte, o como cualquier disciplina del conocimiento, requiere entrenamiento, aprendizajes, iniciaciones, concentración. La primera dificultad es que leer, para bien o para mal, es leer mucho. Es razonable la desconfianza de los adolescentes cuando se los incita a leer aunque sea un libro. Proceden con la prudencia instintiva de aquel niño de Simone de Beauvoir que se resistía a aprender la "a" porque sabía que después querrían enseñarle la "b", la "c" y toda la literatura y la gramática francesa. Pero es así: los libros, aún en su desorden, forman escaleras y niveles que no pueden saltearse de cualquier manera. Y sobre todo, sólo en la comparación de libro con libro, en las alianzas y oposiciones entre autor y autor, en la variación de géneros y literaturas, en la práctica permanente de la apropiación y el rechazo, puede uno darse un criterio propio de valoración, liberarse de cánones y autoridades y encontrar la parte que hará propia y más querida de la literatura.

La segunda dificultad de la lectura es, justamente, quebrar ese criterio; confrontarlo con obras y autores que uno siente en principio más lejanos, exponerse a literaturas antagónicas, impedir que las preferencias cristalicen en prejuicios, mantener un espíritu curioso. Y son justamente los libros difíciles los que extienden nuestra idea de lo que es valioso. Son esos libros que uno está tentado a soltar y sin embargo presiente que si no llega al final se habrá perdido algo importante. Son esos libros contra los que uno puede estrellarse la primera vez y sin embargo misteriosamente vuelve. Son a veces carromatos pesados y crujientes que se arrastran como tortugas. Son libros que uno lee con protestas silenciosas, con incomprensiones, con extrañeza, con la tentación de saltear páginas. No creo que sea exactamente un sentimiento del deber, como ironiza Borges, lo que nos anima a enfrentarnos con ellos, e incluso a terminarlos, sino el mismo mecanismo que lleva a un niño a pulsar "enter" en su computadora para acceder al siguiente nivel de un juego fascinante. Ellos no ocultan su orgullo cuando se vuelven diestros en juegos complicados ni los montañistas se avergüenzan de su atracción por las cumbres más altas.

Y esto es definitivamente lo que no sabía cómo decirles sobre El sonido y la furia, de William Faulkner (otro veranito, je). Leí una edición que recomiendo enfáticamente, para los porteños, porque el tema de la traducción en este caso es de vida o muerte: la de Libros del Mirasol (solo en librerías de viejos). Lo que encontré en este libro lo publiqué en una nota en otro lado, que enlazo en un comentario, porque refiere al argumento. Aquí solo diré que es para nivel experto en desafíos (mis alumnit@s de taller lo vivieron y podrán comentar aquí más) pero uno entiende por qué escritores nuestros como Cortázar o García Márquez o Vargas Llosa no pueden (todo lo contrario) negar en Faulkner a uno de sus Maestros.


Y la última de Martínez:
Hay una última dificultad en la lectura, como una enfermedad terminal y melancólica, que señala Arlt en uno de sus aguafuertes: la sensación de haber leído demasiado, la de abrir libro tras libro y repetirse al pasar las páginas: pero esto ya lo sé, esto ya lo sé. Los libros difíciles tienen la piedad de mostrarnos cuánto nos falta.
Las repeticiones son algo raro. Por ejemplo, con la última película de Woody Allen (Vicky, Virginia, Barcelona: me encanta este título donde la tercera es la ciudad, cosa que hace honor a la historia en muchos sentidos). Era otra vez Woody Allen, el muy querido. Pero nuevo otra vez, como si aún no lo conociéramos, y él todavía gozara de buscarse tonos, colores, modulaciones en los diálogos que no tuviera recorridos ya. Un nuevo lugar, una nueva posición. Y me hizo recordar a Almodóvar, claro, pero no trataba de imitarlo, sino que le había aprendido algo (como a Bergman, aun cuando probara repetir sus películas plano por plano).

En cambio, hace como un año fui al encuentro de José Pablo Feinman. Le tenía mucha fe, mucho entusiasmo. La emprendí con una de sus novelas más famosas: Últimos días de la víctima, y es un problema si uno ya ha visto mucho cine, como su autor. Mejor me fue con Ni el tiro del final, que no es un policial, que ni lo intentó, que tiene un entramado de historias que da el gusto; pero, otra vez, cansan un poco los diálogos soñados en clásicos hollywoodenses, siempre esos remates como decía una amiga "de escalera" (de cuando ya te fuiste de "una situación" y pensás "tendría que haberle dicho..."). Cada línea no puede ser un remate, Feinman. Y en cambio, lo mejor, por ahora, fue una novela que no encontré muy citada por allí, con un estilo dejado de la mano del cine, un Feinman que por fin hace literatura, digamos: El mandato. Esta es una gran novela, ubicada la acción en el sur de Argentina, con una patria y un padre que te recontra...



PD: Lea Crímenes imperceptibles, de Guillermo Martínez. Un policial que desafía a los asiduos del género: poderosa vuelta de tuerca al policial clásico, que ya es mucho más que difícil de escribir, desde la caída del positivismo.
La película está bien pero no le saca, a mi gusto, el jugo cinematográfico que hubiera podido si hubiera jugado en clave de cine las referencias transtextuales que Martínez trabaja en términos literarios.

PD2: los invito a publicar y comentar sobre libros que les haya costado muchísimo leer o sobre escritores o libros ante los que sintieron que ya todo lo sabían.


Como siempre, gracias a los fotógrafos inefables que uno puede conocer en Flickr. En este caso, a Mariana, a Katerina, a Memo Vázquez, a L´etrusco y a Eightpoint59cc. Si cliquean en las fotos, pueden acceder a las páginas correspondientes.

miércoles, 18 de febrero de 2009

Crímenes ejemplares, de Max Aub

En la Boutique de Palermo, un poco caro y con una edición que reprime todo remordimiento de conciencia monetaria, puede conseguirse Crímenes ejemplares, de Max Aub, un autor francés que escribió buena parte de su obra en México, en español, y del que sabía muy poco y solo conocía un textito de este libro que anda circulando por internet (creo que se llama Hablaba y hablaba y hablaba...). El texto, a grandes líneas, presenta confesiones de homicidas, suicidas y antropófagos, reales (según dice el autor en el prólogo) y recogidas en España, México y Francia, aunque no tomadas de sumarios, sino con la ayuda poco ortodoxa (pero, aparentemente, muy efectiva) de algún hongo mexicano. Muy grato leerlo, por varios motivos. En principio y evidentemente, el morbo. Morbo gourmet, podría decir, porque la selección de textos me pareció maravillosa. Es, además, por su formato antológico, uno de esos libros que te llevás para leer en el colectivo o tomar prueba. Pero lo más interesante de leerlo creo que fue una pregunta que me dejaron picando varios de los textos: ¿Cómo fue que me contuve? ¿Qué es eso que hace que automáticamente suprimas las ganas, o que no lo consideres una posibilidad? Ni se me había ocurrido pensarlo antes de leerlo y me hizo revisar todo lo que creía que ya había entendido de Foucault, a través de la carne propia ajena. Me pegó por ese lado y me gustó.

Algunos textos:
Lo maté porque estaba seguro de que nadie me veía.

Se suicida uno por cualquier cosa.

¿Ustedes no han tenido nunca ganas de asesinar a un vendedor de lotería, cuando se ponen pesados, pegajosos, suplicantes? Yo lo hice en nombre de todos.

Lo maté porque, en vez de comer, rumiaba.

¡Que se declare en huelga ahora!

Mató a su hermanita la noche de reyes para que todos los juguetes fueran para ella.

Me la devolvió rota, señor, y me dio una penada... Y se lo había advertido. Y me la quería pagar, la muy... Eso, solo con la vida.


Puede ser interesante cruzarlo con Penas de muerte de Mariano Lucano, libro editado por la revista Barcelona en el que el autor hace una selección de sentencias de muerte y las ilustra con collages propios.


lunes, 16 de febrero de 2009

Pudor, de Santiago Roncagliolo

El "insert de verano" en Crítica de la Argentina de hoy me hizo acordar de este escritor peruano que conocí hace unos pocos años con la novela de la que hablo acá. Santiago Roncagliolo tiene ahora unos 34 años... y Pudor es una suerte de fantástico policial sobre el deseo y el miedo, contado a través de una sensorialidad pulidísima de descripciones y diálogos escuetos, ahí, como apuntes del anhelo, como empujones poéticos.

Suelo desilusionarme con los famosos "paratextos". No es el caso. La mejor definición es la de su epígrafe:

Pudor (del lat. Pudor, -oris) m.
Honestidad, modestia, recato.

(del lat. Pudor, -oris) m.
Desus. Mal olor, hedor.

¡JA!

La foto de la tapa (de Jock Sturges) y la novela se merecen mutuamente.




¡JA!

Por una vez, la contratapa no dice estupideces (la escribe el autor):

"Esta es una novela sobre la intimidad [digo yo: no es lo mismo que decir que es una novela intimista, que no sé qué significaría pero que me he cansado de encontrar por ahí dicho de tantas cosas, películas, música, literatura], sobre los deseos y los miedos que no confesamos ni siquiera a quienes más queremos, sobre los secretos con que nos protegemos para que los demás no nos hagan daño. Sus personajes son un hombre que va a morir, una mujer que recibe anónimos pornográficos, un niño que ve cadáveres, un gato que quiere sexo, esa clase de gente. Como muchas familias, todos esos personajes viven juntos y todos están solos. A veces me pareceuna historia muy triste y sórdida, y a veces creo que es una comedia. Es lo que tienen en común las familias y los sentimientos, que nunca se ponen de acuerdo.

¡JA!

¡Alta literatura!



Santiago Roncagliolo. Pudor. Argentina: Alfaguara. 2005

viernes, 13 de febrero de 2009

Solos y solas de Tamara Kamenszain


La primera vez que escuché un poema de esta autora argentina fue en una clase de Literatura Hispanoamericana. Se llamaba algo de..."...living". Desde ahí me gustaron sus espacios.
Y empecé a recorrer lugares intentando encontrar un libro con poemas suyos. Pero nada, sólo encontraba ensayos. Hasta que un día en la hermosa Boutique del libro de Palermo me encontré con este libro.
Y desde ahí a mí y a mi hermana (qué lindo es leer en compañía!) no nos saca nadie de esa casa solitaria.
Creo que invita a un juego de escondidas, ausencias que son más presencia, compañías que se escapan, identidades desconocidas o demasiado conocidas.

El epígrafe es de Vallejo: "Todos han partido de la casa en realidad, pero todos se han quedado en verdad. Y no es el recuerdo de ellos lo que queda sino ellos mismos. Y no es tampooco que ellos queden en la casa sino que continúan por la casa".

Hay algo de casa tomada: "soy la okupa de mi propia casa / desde que la propiedad se fue de mí (...)la puerta de entrada me espera afuera..."

Y un sin fin de poemas que empiezan por empezar: "cuando te vea por primera vez..."

/casa ahora es cuerpo/

sábado, 7 de febrero de 2009

Dellas, un mundo femenino. Charlotte Perkins Gilman

La edición de Océano/Abraxas que compré muy barata por calle Corrientes, tiene una introducción a cargo de Barbara Solomon, centrada en la biografía de la autora, y un estudio crítico de Elizabeth Russel que trata de la particular realización del género en esta obra. La introducción empieza así:

En la primavera de 1887, una deprimida y desesperada joven de Providencia, Rhode Island, viajó hasta Filadelfia para consultar al doctor Silas Mitchell, el famoso médico especialista en trastornos nerviosos. Llevaba enferma tres años, con unos síntomas que podían indicar un diagnóstico de depresión clínica. Además, su situación, su desdicha, eran ejemplos perfectos de la condición que describiría con gran exactitud tres cuartos de siglo más tarde Betty Friedan, en The Feminine Mystique, como "el problema que no tiene nombre".
Tras un mes de tratamiento en la clínica de Silas Weir Mitchell, la joven fue dada de alta con la siguiente receta: "Llevar en lo posible una vida doméstica... Efectuar dos horas diarias de vida intelectual. Y no tocar nunca una pluma, lápiz o pincel en toda su vida".
Afortunadamente para la posteridad, a la paciente que era Charlotte Perkins Gilman (1860-1935) -aunque más tarde cambió el último apellido por el de Stetson, o sea que se casó-, le fue imposible seguir las instrucciones del doctor Michell y escribió su autobiografía contando todo lo que la había conducido casi a la locura.

La vida de esta mujer es otra novela, me tienta seguir transcribiéndola, pero ya la encontrarán por allí. Ahora, este comienzo me hizo recordar a aquella película Tom y Viv (1994) de Brian Gilbert, sobre Vivien Heigh-Wood, la esposa de T. S. Eliot, el poeta. Y a otra australiana de esa misma época, pero cuyo nombre ahora no recuerdo. Ambas, historias de mujeres que son encerradas Bien por Charlotte, entonces, qué más decir, porque además, después la rompió: escribió de todo, economía, historia, salud, y cuentos y novelas.

Pero esto es... una utopía. Esa clase de relatos que comienza casi siempre con que alguien perdió el rumbo (jeje, "en la mitad del camino de la vida") y fue a parar no a un lugar ni a un tiempo, sino a un mundo con el que va a tener la conflictiva relación de temor y deseo, de incomprensión y fascinación. En este caso, son tres muchachos que representan sendas posiciones de varón, que hallan un mundo de mujeres, una tierra de amazonas... "No pienso decir nada de su localización, no sea que presuntos misioneros, comerciantes o personas con avidez de conquista vayan a entrar a saco en él. No serían bien acogidos, eso os lo puedo asegurar, y saldrían mucho peor parados que nosotros, si alguna vez lelgaran a dar con él."

¿Cómo es una sociedad organizada solo por mujeres, en función de ellas mismas?, ¿en qué consiste el poder, la herencia, el nombre, las hijas?, ¿qué producen, con qué organización?, ¿tienen problemas con el medio ambiente, je?, ¿en qué sentido y cómo se educan, sobre qué?, ¿qué es una hija?, ¿qué es una madre?, ¿qué entienden por salud o enfermedad, por ley o por crimen? ¿Tienen sexo?

¿Cómo miran a los hombres que saben que existen?, ¿qué quieren de estos jóvenes, que no los dejan salir?

Charlotte Perkins Gilman. (1915) Dellas, un mundo femenino. (Trad. de Jorge Sánchez.) Barcelona: Abraxas. 2000.

jueves, 5 de febrero de 2009

3 de Saccomano


Para variar, no voy a hablar de novedades, pero tampoco se trata de eso este blog, sino de los libros que realmente queremos compartir, intercambiar qué les pareció a otros si los leyeron, que vuelvan por aquí a "comentarnos" qué pensaron quienes los lean a partir de que nuestra recomendación haya hecho picar la curiosidad.

Y tampoco voy a hablar de uno sino de dos (y seguro que de tres, al final...). Son los de Guillermo Saccomanno La lengua del malón -que podría ahora reintitularse 55- (2003) y 77 (2008, este sí es más nuevito). Están entrelazadas (tanto que si uno leyó La Lengua... mucho no le caben las citas que hace a ella en 77, pero... ¿les pasó alguna vez que una película o un libro sean tan buenos que en cierto momento piensen, en un diálogo virtual con el autor que todos llevamos dentro: "mirá, de acá en más, hacé lo que quieras, no lo podés arruinar, te lo perdonamos todo"... bueh, así sucede con ese detalle en 77).


Los números se refieren a los años que tienen como mojón estas historias en las que se revuelve a cucharonazos el peronismo, el antiperonismo, la militancia, los compromisos, la familia, la literatura (¿o qué será, qué será?), el amor, la sexualidad, todos en la puta calle. Y sí, además, son novelas muy urbanas, muy porteñas, realmente.

(Con todo lo que hay que leer, ¿cómo se puede releer así como deseo...? En fin.)

PD: La tercera es El pibe (2006), que a uno le gustaría suponer autobiográfica más aún de lo que seguramente lo es, solo porque su voz parece decir "solo quiero que me amen..., che" y uno ama, entonces. Otra vez, el peronismo y... Mataderos, una flía. dividida entre dos barrios, entre compromisos y levedades políticas, y un pibe, como un paréntesis entre las identidades que le suponen, se lo anticipan, lo dicen... esas cosas. Yo descubrí con esta novela a este autor y lamenté haber estado perdiéndomelo.



Todas salieron por editorial Planeta. ...¿Y qué?

lunes, 2 de febrero de 2009

Loco afán, de Pedro Lemebel


Este libro lo leí cursando una de mis materias preferidas, y dentro de todos esos libros que tanto me gustaron este fue el que más más. Por eso quería compartirlo.
El género, crónica. Literaria. Y algo más que no sé, hay que leerlo, la narración es como una savia que se te va metiendo en el cuerpo. Es terrible. Pero imposible de dejar una vez que empezaste. Confieso, me daban ganas de leer en voz alta y, lo que no me pasa nunca, no podía leer los finales sin llorar. Pero no era un llanto de emoción ni de tristeza. Era raro. De eso se trata justamente. Y no digo más.
Acá pueden encontrar algo: http://lemebel.blogspot.com/
Buenas noches.

Sils

viernes, 30 de enero de 2009

El libro tibetano de la vida y la muerte, Sogyal Rimpoché

Es quizás, el balde de agua fría más fría que espabiló mi mente.





En este exhaustivo trabajo, el maestro de meditación budista y conferenciante internacional Sogyal Rimpoché combina la milenaria sabiduría de Tíbet con la moderna investigación sobre la muerte, los moribundos y la naturaleza del universo. El Libro Tibetano de la Vida y de la Muerte expone con claridad y un rigor sin precedentes la majestuosa visión que nos ofrece el Libro Tibetano de los Muertos. Sogyal Rimpoché presenta unas prácticas sencillas y a la vez poderosas de la tradición tibetana, asequibles a cualquier persona sea cual sea su religión o tradición cultural para que pueda transformar su vida, prepararse para la muerte y ayudar a los moribundos.


Sogyal Rimpoché. El libro tibetano de la vida y la muerte.Urano. 1994. (510 Páginas)

jueves, 29 de enero de 2009

Malena es nombre de tango, de Almudena Grandes

O de cómo una recorrida por el árbol genealógico puede convertirse en un relato de aventuras multigenérico: el terror, la violencia, la magia legendaria, el romanticismo, el erotismo ochentoso y drogón, el drama burgués, la road story, ¿qué más?, ah, sí, el feminismo sin obviedades.

Es una de las novelas que más he disfrutado de los últimos años. Pasa de todo. Y mi sorpresa encima era esa tensión entre la voracidad por seguir leyendo -tiene una trama de intriga rajante- y el tironeo con el que me reclamaban permanencia, detención, masticado las imágenes increíblemente poéticas en las que conceptos críticos hasta lo revulsivo se hacían a la luz y me exigían hundierme en ellos, como sirenas melosas.

Se la deseo, de todo corazón.

Almudena Grandes. Malena es un nombre de tango. Barcelona. Tusquets. 1994.


PD: Y... -de la misma autora- si tienen aguante para una atravesanteelalma novela erótica ¡Las edades de Lulú! O... si quieren algo para ir entrando de a poco, los cuentos de Modelos de mujer.

miércoles, 28 de enero de 2009

Milan Kundera - La insoportable levedad del ser







Autor: Milan Kundera
Título original: Nesnesitelná lehkost byti
País: República Checa
Género: existencialismo
Año de 1º edición: 1984

Llevada al cine por Philip Kaufman, en 1987.







La idea de un prado de cerezos y Nietzche paseando por él.
La idea de un prado de cerezos y Nietzche paseando junto a su levedad y su peso, por él.
(Parménides lo saluda desde el banco de plaza de la derecha, mientras se pregunta por el de la izquierda.)
Las dualidades y la dialéctica, ¿O el eterno retorno? ¿O la insoportable levedad?


"Kundera logra, a través de cuatro personajes, reproducir los temores más profundos de las relaciones humanas. Los personajes no sólo evolucionan a lo largo del libro, sino que la identificacion con ellos es inevitable." [Manuel dixit]


Cita del libro (prometo no estar revelando NADA, esta cita pertenece al comienzo del libro)

"...Entonces, ¿qué hemos de elegir? ¿El peso o la levedad?
Este fue el interrogante que se planteó Parménides en el siglo sexto antes de Cristo. A su juicio todo el mundo estaba dividido en principios contradictorios: luz-oscuridad; sutil-tosco; calor-frío; ser-no ser. Uno de los polos de la contradicción era, según él, positivo (la luz, el calor, lo fino, el ser), el otro negativo. Semejante división entre polos positivos y negativos puede parecemos puerilmente simple. Con una excepción: ¿qué es lo positivo, el peso o la levedad?
Parménides respondió: la levedad es positiva, el peso es negativo.
¿Tenía razón o no? Es una incógnita. Sólo una cosa es segura: la contradicción entre peso y levedad es la más misteriosa y equívoca de todas las contradicciones. ..."




"Las Ciudades Invisibles" Italo Calvino


Un libro que me fascinó y aún lo sigue haciendo es Las ciudades invisibles de Italo Calvino y para aquel que tenga ganas de incursionar en este autor y comenzar a saborear algo más breve antes de pasar al plato principal, recomiendo.... "La aventura de un miope" !!!!! No digo más, solo que si les interesa, lo prueben y saboreen.

martes, 27 de enero de 2009

Las Enseñanzas de Don Juan, de Carlos Castaneda


Un clásico contemporáneo, "top" entre nosotros los adolescentes, creo que muchos se pierden entre las nimiedades de éste libro, pero quienes no lo hacen pueden envolverse en la profundidad de las enseñanzas de Don Juan y en los aprendizajes de Castaneda.

"Como Lázaro vuelto de la tumba" (dijo algún crítico), antropólogo narra la primera etapa del aprendizaje que lo convertirá en ´hombre de conocimientos´ bajo la guía de un brujo yaqui. Con diversos medios, don Juan sumerge a su discípulo en una ´realidad no ordinaria´, tan objetiva como la cotidiana pero totalmente distinta, inexplicable para nuestros esquemas de pensamiento pero no para la sabiduría antigua que el maestro transmite con impecable coherencia lógica y poética. Así, al tiempo que socava la "descripción del mundo" en que Castaneda ha creído, don Juan propone otra -vasta, maravillosa, terrible- y, con lecciones prácticas, enseña a habilitarla desde el nivel más inmediato. Conforme pierde defensas, el aprendiz va experimentando el estado de ser al que lo llevan las enseñanzas, la ´vida de guerrero´, y sucumbe ante el primer enemigo de un hombre de conocimiento: el temor. No fue, sin embargo, una derrota definitiva: Castaneda reanudó su aprendizaje y ha publicado otros dos libros sobre él, considerados, como "Las enseñanzas de don Juan", clásicos contemporáneos.

Carlos Castaneda. Las enseñanzas de Don Juan. Fondo de Cultura Económica. 2000. (228 Páginas)
 
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