lunes, 20 de julio de 2009

Feliz día del amigo, Sancho




A la luz de la luna, resplande el regalo de Crist y supondremos que Nine es su amigo, el mismo día de esta otra noticia:



UN DIBUJO DEL ARGENTINO CARLOS NINE DENTRO DE UN LIBRO COLECTIVO

Una ilustración del Quijote es tachada de pornográfica en España

Hay polémica porque repartieron esta versión en las escuelas manchegas.

lunes, 13 de julio de 2009

Mañana en la batalla piensa en mí, de Javier Marías

Pero es mentira, esta nota no es sobre el libro, sino sobre un amigo.

Hace unos meses conocí como del rayo a Lucio Cerdá. Una amistad que nació de leernos, en un blog de otro amigo, Daniel Krichman, entrelazándonos. Para conocernos mejor nos hicimos el regalo de recomendarnos lecturas que el otro pudiera no tener en el horizonte.

Así empecé a leer Mañana en la batalla piensa en mí, de Javier Marías. Lo leía imaginando los subrayados de Lucio, los lugares en los que él se hubiera hallado dicho... (antes, ahora, ya no hay más de estos puro adverbios):

Pero no fue así. Al entrar yo de nuevo alzó la vista y con los ojos guiñados y turbios me miró desde su posición encojida e inmóvil, el único cambio era que ahora sí se cubría la desnudez con los brazos como si tuviera vergüenza o frío: ¿quieres meterte en al cama? así vas a coger frío", le dije. "No, no me muevas, por favor, no me muevas ni un milímetro.", dijo y añadió enseguida "Dónde estabas". "He ido al cuarto de baño. Esto no se te pasa, hay que hacer algo, voy a llamar a urgencias". Pero ella seguía sin querer ser movida ni importunada ni distraída. ("No, no hagas nada todavía, no hagas nada, espera"), ni quería seguramente voces ni movimiento a su lado como si tuviera tanto recelo que prefirierala paralización absoluta de todas las cosas y permanecer al menos en la situación y postura que le permitían seguir viviendo antes que arriesgarse a una variación, aunque fuera mínima, que podría arruinar su moentánea etabilidad tan precaria -su quietud ya espantosa- y que le daba pánico. Eso es lo que el pánico hace y y lo que suele llevar a la perdición a quieens lo padecen: les hace creer que, dentro del mal y el peligro, en él están sin embargo a salvo. El soldado que se queda en su trinchera y muy quieto aunque sepa que en breve será asaltada; el transeúnte que no uqiere correr cuando nota que unos pasos le siguen a altas horas de la noche por una calle oscura y abandonada; la puta que no piede auxilio tras meterse en un coche cuyos seguros se cierran automáticamente y darse cuenta de que nunca debió entrar allí con aquel individuo de manos tan grandes (quizás no pide auxilio porque no se considera del todo con derecho a ello); el extranjero que ve abatirse sobre su cabeza el árbol que partió el rayo y no se aparta, sino que lo mira cer lentamente en la gran avenida; el hombre que ve avanzar a otro en dirección a su mesa con una navaja y no se mueve ni se defiende, porque cree que en el fondo eso no puede estarle sucediendo de veras y que esa navaja no se clavará en su vientre, la navaja no puede tener su piel y sus vísceras como destno; o el piloto que vio cómo el caza enemigo lograba ponerse a su espalda y ya no hizo la tentativa última de escapar a su punto de mira con una acrobacia, en la certidumbre de que aunque lo tuviera todo a favor el otro erraría el blanco porque esta vez él era el blanco. "Mañana en la batalla piensa en mí, y caiga tu espada sin filo." Marta debía de estar pendiente de cada segundo, contándolos mentalmente todos, pendiente de la vida, la que nos hace pensar y decirnos: "Sigo pensando, o sigo diciendo, sigo leyendo o sigo viendo una película y por lo tanto estoy vivo; paso la página del periódico o vuelvo a beber un trago de mi cerveza o completo otra palabra de mi crucigrama, sigo mirando y discerniendo cosas -un japonés, una azafata- y eso quiere decir que el avion en que viajo no se ha caído, fumo un cigarillo y es el mismo de hace unos segundos y yo creo que lograré terminarlo y encender el siguiente, así que todo continúa y ni siquiera puedo hacer nada en contra de ello, ya que no estoy en disposición de matarme ni quiero hacerlo ni voy a hacerlo; (...) y yo, pobre Marta, noto todavía la luz de la televisión que sigue emitiendo y el calor de este hombre que sigue a mi lado y me da compañía. Mientras siga a mi lado no podré morirme: que siga aquí y que no haga nada, que no me hale ni llame a nadie y que nada cambie, que me dé un poco de calor y me abrace, necesito estar quieta para no morirme, si cada segundo es idéntico al anterior no tendría sentido que fuera yo quien cambiase, que las luces siguieran encendidas aquí y en la calle, y la televisión emitiendo mjientras yo me moría, una película antigua de Fred MacMurrray. No puedo dejar de existir mientras todas las otras cosas y las personas se quedan aquí y se quedan vivas y en la pantalla otra historia prosigue su curso. No tiene sentido que mis faldas permanezcan vivas en esa silla si yo ya no voy a ponérmelas, o mis libros respirando en las estanterías si yo ya no voy a mirarlos, mis pendientes y collares y anillos esperando en su caja el turno que nunca les llegaría; mi cepillo de dientes recién comprado esta misma tarde tendría que ir ya a la basura, porque lo he estrenado, y todos los pequeños objetos que uno va acumulando a lo largo de toda una vida irán a la basura uno a uno o quizá se repartan, y son infinitos, es inconcebible lo que cada uno tiene para sí y lo que cabe dentrode una casa, por eso nadie hace inventario de lo que posee a menos que vaya a testar, es decir, a menos que esté ya pensando en su abandono e inutilidad inminentes. Yo no he testado, no tengo mucho que dejar ni he pensado nunca mucho en la muerte, que al parecer sí llega y llega en un solo momento que lo tergiversa todo y que a todo afecto que era útil y formaba parte de la historia de alguien pasa en ese mometno único a ser inútil y a carecer de toda historia, (...) cuanto tenía significado y rastro lo pierde en un solo instante y mis pertenencias todas se quedan yertas, incapacitadas de golpe para revelar su pasado y su origen; y alguien las apilará ... y ahrbá cosas que no querrá nadie porque solo a mí me sirven... y habrá tal vez que pagar por que se las lleven... No es solo que en un momento desaparezca la minúscula historia de los objetos, sino también cuanto yo conozco y he aprendido y también mis recuerdos y lo que he visto ..., mis recuerdos que al igual que tatnas pertenencias me sirven tan solo a mí y se hacen inútiles si yo me muero, no solo desaparece quien soy sino quien he sido, no solo yo, probre Marta, sino mi meomria entera, un tejido discontinuo y siempre inacabado y cambiante y estampado de sietes, y a la vez fabricado con tanta paciencia y tan extremo cuidado, oscilante y variable como mis faldas tornasoladas y frágil como mis blusas de seda que en seguida se rasgan, hace tiempo que no me pongo esas faldas, me he cansado de ellas, y es raro que todo esto sea un momento, por qué ese momento y no otro, por qué no el anterior ni el siguiente, por uqé este día, este mes, esta semana, un martes de enero o un domingo de septiembre, antipáticos meses y días que no no elige, qué es lo que decide que se pare lo que estuvo en marcha sin qu ela voluntad intervenga, o acaso sí, sí interviene al hacerse a un lado, acaso es la voluntad lo que de pronto se cansa y al retirarse nos trae la muerte, no querer ya querer ni querr nada, ni siquiera curarse, ni siquiera salir de la enfermedad y el dolor en los que se encuentra cobijo a falta de todo lo demás que ellos mismos van expulsado o quizás usurpando, porque meintras están ahí es aún no, aún no, y se puede seguir pensando y uno se puede seguir despidiendo. Adiós risas y adiós agravios. No os veré más, ni me veréis vosotros. Y adiós ardor, adiós recuerdos."

Entonces, pensaba que es un texto lleno de frases célebres, de citas para copiar y subrayar y compartir en ocasiones pertinentes; que es un libro que habla de lo que merecería ser tragedia y patetismo pero es cotidiano. Y al final, concluí que es una obra interesante de recorrer y de gustar pero no es una gran novela: que me molestó hasta la ira que todos los personajes hablan igual (nunca había leído algo tan así): su autor (el narrador fue) está todo el tiempo exhibiéndose tan brillante, tan lúcido, tan locuaz, tan quieriéndonos decir tanto siempre... Lo que no significa que no me interesen las ideas sobre la muerte, la irrealidad, la palabra, el problema de que algo tenga sentido... todo eso está, pero lo más irreal es que se trate de una novela. Así que recomiendo: léase como un ensayo. (El capítulo de El Solo, para sacarse el sombrero.)

Pero ahora pienso en otra cosa, en el poder de las circunstancias, precisamente en eso pienso. Porque yo a Lucio le sugerí El diario de Frida Kahlo, en una edición faximilar preciosa que publicó hace unos cuantos años Norma, con prólogo de Carlos Fuentes, pero no llegó a leerlo, estaba difícil de conseguir, primero, y, después..., Lucio murió el 22 de junio.

Y ahora releo el libro de Marías que él me recomendó subrayando todo lo que me dice a mi vez:

De casi nada hay registro, los pensamientos y movimientos fugaces, los planes y los deseos, la duda secreta, las ensoñaciones, la crueldad y el insulto, las palabras dichas y oídas y luego negadas o malentendidas o tergiversadas, las promesas hechas y no tenidas en cuenta, ni siquiera por aquellos a quienes se hicieron, todo se olvida o prescribe, cuanto se hace a solas y no se anota y también casi todo lo que no es solitario sino en compañía, cuán poco va quedando de cada individuo, de qué poco hay constancia, y de ese poco que queda tanto se calla, y de lo que no se calla se recuerda después tan solo una mínima parte, y durante tan poco tiempo, la memoria individual no se transmite ni interesa al que la recibe, que forja y tiene la suya propia. Todo el tiempo es inútil, no solo el del niño, o todo es como es cuyo, cuanto acontece todo entusiasma o duele en el tiempo se acusa solo un instante, luego se pierde y es todo resbaladizo como la nieve compacta y como lo es para el niño su sueño ahora, de este mismo instante. Todo es para todos como para él yo ahora, una figura casi desconocida que lo observa desde el umbral de su puerta sin que él se entere ni vaya a saberlo nunca ni vaya por tanto a acordarse, los dos viajando hacia nuestra difuminación lentamente. Es tanto más lo que sucede a nuestras espaldas, nuestra capacidad de conocimiento es minúscula, lo que está más allá del muro ya no lo vemos, o lo que está a distancia, basta con que alguien cuchichee o se aleje unos pasos para que ya no oigamos lo que está diciendo, y puede uqe nos vaya la vida en ello, basta con que no leamos un libro para que no sepamos la principal advertencia, no podemos estar más que en un sitio a cada momento, e incluso entonces a menudo ignoramos quiénes nos estarán contemplando o pensando en nosotros, quién está a punto de marcar nuestro número, quién de escribirnos, quién de querernos o buscarnos, quién de condernarnos o sesinarnos y así acabar con nuestros escasos y malvados días, quién de arrojarnos al revés del tiempo o a su negra esplada, como pienso y contemplo yo a este niño sabiendo más de él de lo que él sabrá nunca sobre el que fue esta noche. Yo debo ser eso, el revés de su tiempo, la negra espalda...".






Lucio era Caronte acá en este blog. Me había prometido escribir cuando terminara de atardecérsele una dolora.
Gozaba, vibraba, escribía, enseñaba, amaba, tocaba el saxo y el jazz era su fondo.



Que tu amor se haga pétalos de gaza y al fin te envuelva otro lado de la endemoniada luz, con este son..., amigo. Despedite de esta magia.

 
◄Design by Pocket, BlogBulk Blogger Templates. Blog Templates created by Web Hosting