viernes, 27 de marzo de 2009

Las puertas de la percepción, Aldous Huxley



Del aclamado escritor de "Un mundo feliz"
en cooperación con William Blake
(El título proviene de una cita de él: "Si las puertas de la percepción fueran abiertas el hombre percibiría todas las cosas tal como son, infinitas".)

Aldous Huxley presenta:






"Desde la puerta me dirigí a una especie de pérgola cubierta en parte por un rosal trepador y en parte por listones de una pulgada de ancho, con media pulgada de espacio entre ellos. Brillaba el sol y las sombras de los listones formaban un dibujo de cebra en el piso y en el asiento y el respaldo de la silla de jardín que se hallaba al fondo de la pérgola. Esta silla... ¿La olvidaré alguna vez? Allí donde las sombras caían sobre la lona de la tapicería, las franjas de un añíl a la vez profundo y brillante alternaban con otras de una incandescencia tan intensa que era dificil creer que no estuvieran hechas de fuego azul. Durante un lapso que pareció inmensamente largo, miré sin saber, incluso sin desear saber, lo que tenía delante. En cualquier otro momento hubiera visto una silla con alternadas franjas de luz y de sombra. Hoy, el precepto se había tragado al concepto. Yo estaba tan completamente absorbido por el mirar, tan fulminado por lo que realmente veía, que no podía darme cuenta de ninguna otra cosa. Muebles de jardín, listones, luz solar, sombras... Todas estas cosas no eran mas que nombres y nociones, meras verbalizaciones, para propósitos utilitarios y científicos, después del suceso."

Aldous Huxley, Las puertas de la percepción. Páginas 55-56.

martes, 17 de marzo de 2009

Retratos, de Pablo Bernasconi

Es un libro de... ¿cuadros? Sí, también. Es un libro, dice unas cosas, que hay que leer como se pide en el prólogo: "meticulosamente". Tiene textos, también. Unas pseudocitas que dialogan marginalmente, como un comentario malintencionado deslizado al oído mientras alguien se detiene sobre el retrato.

Pero además, Pablo Bernasconi (Bs. As., 1973) metió la púa y escribió un prólogo polémico que me encanta. De él cito, para continuar y servirme de su provocación:
Con este libro me propuse dos cosas. La primera es demostrar que el contenido puede anteponerse a la forma. Que el significado, el sintagma, es importante independientemente del recurso de estilo. Da igual que trabaje con collages, acuarela o tinta; si la idea es valiosa, el resultado va a abrirse camino. Estoy convencido de que el Qué debe existir antes del Cómo.
Después de tanta filantrópica semiosis, me gusta tanto leer y releer esto...

Recuerdo un cuento de Kafka, "Una cruza", donde se proponía un animal mitad gato, mitad cordero. Su dueño no se tomaba el trabajo de explicar su origen o significado, se limitaba a exhibirlo y disfrutarlo. Y este animal excedía en un momento su condición de mitades, dejaba de sumarse para multiplicarse y se convertía en algo nuevo, original y único.
Lo que sigue es ni más ni menos que mi contribución a este concepto. No son caricaturas, no son ilustraciones, no son fotografías; es mi colección de retratos, mi animal. Y es, hoy por hoy, lo mejor que puedo hacer.


WOW



Acá voy con el relato de Franziskito, y de paso, va la recomendación del librito de donde lo saqué: Bestiario, editado por Anagrama (Barcelona, 1999). El libro de Bernasconi podría incluirse en el género del título del de Kafka, sin duda...

Tengo un animal curioso, mitad gatito, mitad cordero. Es una herencia de mi padre. En mi poder se ha desarrollado del todo; antes era más cordero que gato. Ahora es mitad y mitad. Del gato tiene la cabeza y las uñas, del cordero el tamaño y la forma; de ambos los ojos, que son huraños y chispeantes, la piel suave y ajustada al cuerpo, los movimientos a la par saltarines y furtivos. Echado al sol, en el hueco de la ventana, se hace un ovillo y ronronea; en el campo corre como loco y nadie lo alcanza. Dispara de los gatos y quiere atacar a los corderos. En las noches de luna su paseo favorito es la canaleta del tejado. No sabe maullar y abomina de los ratones. Horas y horas pasa en acecho ante el gallinero, pero jamás ha cometido un asesinato.

Lo alimento a leche; es lo que le sienta mejor. A grandes tragos sorbe la leche entre sus dientes de animal de presa. Naturalmente es un gran espectáculo para los niños. La hora de visita es los domingos por la mañana. Me siento con el animal en las rodillas y me rodean todos los niños de la vecindad.

Se plantean entonces las más extraordinarias preguntas, que no puede contestar ningún ser humano: Por qué hay un animal así, por qué soy yo su poseedor y no otro, si antes ha habido un animal semejante y qué sucederá después de su muerte, si no se siente solo, por qué no tiene hijos, cómo se llama, etcétera. No me tomo el trabajo de contestar: me limito a exhibir mi propiedad, sin mayores explicaciones. A veces las criaturas traen gatos; una vez llegaron a traer dos corderos. Contra sus esperanzas no se produjeron escenas de reconocimiento. Los animales se miraron con mansedumbre desde sus ojos animales, y se aceptaron mutuamente como un hecho divino. En mis rodillas el animal ignora el temor y el impulso de perseguir. Acurrucado contra mí es como se siente mejor. Se apega a la familia que lo ha criado. Esa fidelidad no es extraordinaria: es el recto instinto de un animal, que aunque tiene en la tierra innumerables lazos políticos, no tiene uno solo consanguíneo, y para quien es sagrado el apoyo que ha encontrado en nosotros.

A veces tengo que reírme cuando resuella a mi alrededor, se me enreda entre las pierna y no quiere apartarse de mí. Como si no le bastara ser gato y cordero quiere también ser perro. Una vez -eso le acontece a cualquiera- yo no veía modo de salir de dificultades económicas, yo estaba por acabar con todo. Con esta idea me hamacaba en el sillón de mi cuarto, con el animal en las rodillas; se me ocurrió bajar los ojos y vi lágrimas que goteaban en sus grandes bigotes. ¿Eran suyas o mías? ¿Tiene este gato de alma de cordero el orgullo de un hombre? No he heredado mucho de mi padre, pero vale la pena cuidar este legado.

Tiene la inquietud de los dos, la del gato y la del cordero, aunque son muy distintas. Por eso le queda chico el pellejo. A veces salta al sillón, apoya las patas delanteras contra mi hombro y me acerca el hocico al oído. Es como si me hablara, y de hecho vuelve la cabeza y me mira deferente para observar el efecto de su comunicación. Para complacerlo hago como si lo hubiera entendido y muevo la cabeza. Salta entonces al suelo y brinca alrededor.

Tal vez la cuchilla del carnicero fuera la redención para este animal, pero él es una herencia y debo negársela. Por eso deberá esperar hasta que se le acabe el aliento, aunque a veces me mira con razonables ojos humanos, que me instigan al acto razonable.


Los retratos van como adivinanza, a ver si pueden comentar los personajes que reconocen.

Pablo Bernasconi. Retratos. Barcelona: Edhasa. 2008.

miércoles, 11 de marzo de 2009

Pedagogía del oprimido, de Paulo Freire



Porque es bueno leer de todo un poco, porque la educación es de imperiosa necesidad, porque si la educación no es liberadora no es educación.

Algo de lo que nos enseña éste pedagogo brasilero entre sus obras:


1. Es necesario desarrollar una pedagogía de la pregunta. Siempre estamos escuchando una pedagogía de la respuesta. Los profesores contestan a preguntas que los estudiantes no han hecho

2. Mi visión de la alfabetización va más allá del ba, be, bi, bo, bu. Porque implica una comprensión crítica de la realidad social, política y económica en la que está el alfabetizado

3. Enseñar exige respeto a los saberes de los educandos

4. Enseñar exige la corporización de las palabras por el ejemplo

5. Enseñar exige respeto a la autonomía del ser del educando

6. Enseñar exige seguridad, capacidad profesional y generosidad

7. Enseñar exige saber escuchar

8. Enseñar no es transferir conocimiento

9. Nadie es, si se prohíbe que otros sean

10. La Pedagogía del oprimido, deja de ser del oprimido y pasa a ser la pedagogía de los hombres en proceso de permanente liberación

11. No hay palabra verdadera que no sea unión inquebrantable entre acción y reflexión

12. Decir la palabra verdadera es transformar al mundo (por lo que la materia de pedagogía y lengua especialmente en la carrera de lingüística, es insulza y no debe de pedir como trabajo de clases leer libros de tiós no conocidos)

13. Decir que los hombres son personas y como personas son libres y no hacer nada para lograr concretamente que esta afirmación sea objetiva, es una farsa

14. El hombre es hombre, y el mundo es mundo. En la medida en que ambos se encuentran en una relación permanente, el hombre transformando al mundo sufre los efectos de su propia transformación

15. El estudio no se mide por el número de páginas leídas en una noche, ni por la cantidad de libros leídos en un semestre. Estudiar no es un acto de consumir ideas, sino de crearlas y recrearlas

16. Solo educadores autoritarios niegan la solidaridad entre el acto de educar y el acto de ser educados por los educandos

17. Todos nosotros sabemos algo. Todos nosotros ignoramos algo. Por eso, aprendemos siempre

18. La cultura no es atributo exclusivo de la burguesía. Los llamados "ignorantes" son hombres y mujeres cultos a los que se les ha negado el derecho de expresarse y por ello son sometidos a vivir en una "cultura del silencio"

19. Alfabetizarse no es aprender a repetir palabras, sino a decir su palabra

20. Defendemos el proceso revolucionario como una acción cultural dialogada conjuntamente con el acceso al poder en el esfuerzo serio y profundo de concientización

21. La ciencia y la tecnología, en la sociedad revolucionaria, deben estar al servicio de la liberación permanente de la HUMANIZACIÓN del hombre.

22. La lucha ya no se reduce a retrasar lo que acontecerá o asegurar su llegada; es preciso reinventar el mundo. La educación es indispensable en esa reinvención.

23. Jamás acepté que la práctica educativa debería limitarse sólo a la lectura de la palabra, a la lectura del texto, sino que debería incluir la lectura del contexto, la lectura del mundo.

24. El mundo no es, el mundo está siendo



Paulo Freire, Pedagogía del oprimido. Siglo XXI. 2005. (248 Páginas)
 
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