martes, 29 de diciembre de 2009

Separadas al nacer

Hasta hace unos meses había creído en mis recuerdos más nítidos y dudaba de otros, por nebulosos o generales. Ahora, dudo de todo. He cotejado algunos datos con objetos sobrevivientes de aquellos días y he descubiertos que lo que yo consideraba "recuerdo inobjetable" también es dudos, al menos en potencia. (...) A pesar de semejante revelación anacrónica, he sentido la imperiosa necesidad de reconstruir mi vida. Y no importa si he sido fiel a lo que pasó o a lo que sospecho que pasó, porque es exactamente lo mismo. Al menos para mí. (...) Y no tegan piedad conmigo, yo no la tuve con nadie" María Bernabé Castelar "Advertencia sobre mi vida" en Muerta de hambre. Bs. As.: El cuenco de plata. 2005





"A propósito, mejor aprovecho este lugarcito para revelar que a veces soy bastante autosuficiente, egocéntrica, soberbia a la hora de escribir. Y que por cierto creo que sé más acerca de la anorexia y del suicidio que los psicólogos y los médicos que intentaron ayudarme. No es necedad. Es simplemente que creo que la experiencia no es transmisible: por ejemplo, aunque yo haya leído muchas veces que tal dolor es punzante, nunca en mi puta vida sentí una punzada. Entonces, que no me vengan a hablar a mí de los síntomas ni de lo que tengo que sentir o hacer, porque ya tuve suficiente." Cielo Latini, su "Prólogo" Abzurdah. Argentina: Planeta. 2006




Dice Josefina Ludmer en "Literaturas postautónomas" que "Estas escrituras no admiten lecturas literarias; esto quiere decir que no se sabe o no importa si son o no son literatura. Y tampoco se sabe o no importa si son realidad o ficción. Se instalan localmente y en una realidad cotidiana para ‘fabricar presente’ y ése es precisamente su sentido."; que... "Muchas escrituras del presente atraviesan la frontera de la literatura [los parámetros que definen qué es literatura] y quedan afuera y adentro, como en posición diaspórica: afuera pero atrapadas en su interior. Como si estuvieran ‘en éxodo’. Siguen apareciendo como literatura y tienen el formato libro (se venden en librerías y por internet y en ferias internacionales del libro) y conservan el nombre del autor (se los ve en televisión y en periódicos y revistas de actualidad y reciben premios en fiestas literarias), se incluyen en algún género literario como ‘novela’, y se reconocen y definen a sí mismas como ‘literatura’. Aparecen como literatura pero no se las puede leer con criterios o categorías literarias como autor, obra, estilo, escritura, texto, y sentido. No se las puede leer como literatura porque aplican a ‘la literatura’ una drástica operación de vaciamiento: el sentido ( o el autor, o la escritura) queda sin densidad, sin paradoja, sin indecidibilidad, “sin metáfora”, y es ocupado totalmente por la ambivalencia: son y no son literatura al mismo tiempo, son ficción y realidad."; que es lo mismo que decir que "Representarían a la literatura en el fin del ciclo de la autonomía literaria, en la época de las empresas transnacionales del libro o de las oficinas del libro en las grandes cadenas de diarios, radios, TV y otros medios. Ese fin de ciclo implica nuevas condiciones de producción y circulación del libro que modifican los modos de leer." Incluso, "Podríamos llamarlas escrituras o literaturas postautónomas.", que "Estas escrituras ‘sin metáfora’ [como las que analiza Tamara Kamenszain] serían ‘las ficciones’ [o la realidad] en la era de los medios y de la industria de la lengua ( en la imaginación pública). Serían la realidad cotidiana del presente de algunos sujetos en una isla urbana (un territorio local). Formarían parte de la fábrica de presente que es la imaginación pública."

Pero sigo sospechando que no es lo mismo decir "Golpea que te van a abrir la puerta", que "abre la puerta que te van a golpear" como no es lo mismo "Entre, señora Meneses" que "señora, meneese pa que entre" como no es lo mismo subirse al metro en la estación pajaritos que subirse a un pajarito de un metro ni es lo mismo decir "Corazón Aquino" que "corazón aquí no" como no lo es un gato montés que que te monte un gato o el río Missisipi que "me hice pipí en el río" ni decir "la artesanía Aymara" que "el - sano- arte de María" o "un hombre en estado de coma", que "que te comas un hombre en mal estado" ni "un metro de encaje negro" que... "un negro te encaje un metro" como tampoco son lo mismo las ruinas de MACHUPICHU a que venga un MACHU.... te meta el PICHU y te deje en RUINA... o los huevos a la besamel que "besame en los huevos" ni tampoco es lo mismo "los montes de Tapachula" que "tapate los montes xulaaa" o subir el pináculo de una montaña que subir una montaña con un pino en el culo... como tampoco es lo mismo Paquita ven arriba y pon al fresco este besugo que Paquita ven arriba y ponte fresca que ya subo y definitivamente no es lo mismo la muy cómoda de tu hermana , que acomodame a tu hermana, ni aunque se parezcan, no es lo mismo el huevo de la araña, que arañame los huevos.

Es simplemente que creo que la experiencia no es transmisible: por ejemplo.

viernes, 11 de diciembre de 2009

Ciudad de cristal - Paul Auster

Sacudo el polvo de este blog porque he leído un libro que merece ser difundido (claro que no me necesita, pero tal vez alguien...)

Un librero cordobés vislumbra a una señorita claramente no-cordobesa en su tienda de libros y la observa.
Ella pasa por la sección filosofía y toma un libro de Castañeda -¿Por qué estaba en la sección filosofía?- se pregunta para sí. También mira con ganas Anna Karenina, pero decide dejarlo para otra ocasión.
Camina hacia la sección de novedades y toma el libro de inéditos de Cortázar.
Luego recorre la literatura huyendo de la gran inmensidad de los libros de autoayuda y encuentra un libro que se llama Sueñario -ya contaré en otra ocasión, no lo leí aún-.
El atento librero hace un gesto para captar la atención de la señorita de una forma suficientemente sutil como para que la señorita se interese en él -no logra distinguir si se dirige a ella o no-.
El librero mira hacia el oeste de su librería, toma dos libros y le imposta los ojos a la muchacha en un movimiento brusco.
- Por tu elección, leé este, y cuando lo termines, irremediablemente vas a querer este.
La muchacha mira , devuelve una sonrisa, paga sus libros y se compromete a volver a Córdoba para contarle al librero cómo le fue.

Este es un homenaje a los infinitos mágicos seres que recomiendan libros a personas específicas con la intención del goce desinteresado.

Y Paul Auster, un genio, por lo poco que sé hasta ahora, me ha revelado una nueva forma de escribir y me ha regalado goces incansables literariamente hablando. El segundo libro que me dio es del mismo autor, y se llama El cuaderno rojo.
 
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